jueves, 5 de diciembre de 2013

VERDADES CATÓLICAS, MENTIRAS CLERICALES, TORPEZAS POLÍTICAS

El sistema representativo y republicano laico de nuestro país está siendo atropellado - nuevamente - por la corporación religiosa “Iglesia Católica”, grupo de presión que a través del colectivo de obispos utilizan parasitariamente al Estado para imponer su ideología totalitaria.

Lamentablemente, nada hay de nuevo en ello. Históricamente, sus alianzas con los gobiernos de facto y dictaduras militares les permitieron imponer su modelo social a todos los argentinos con las consecuencias ya conocidas.
Un ejemplo reciente lo encontramos en la avanzada clerical/integrista en el Congreso de la Nación, cuyo principal objetivo fue la modificación de aquellas normas contenidas en el proyecto de reforma del Código Civil contrarias a la ideología episcopal para acomodarlas a la “identidad nacional católica”, falacia que integra el rosario de sofismas con que continúan engañando a los argentinos.

La penosa actuación de los legisladores católicos, con aval episcopal, del Vaticano y del propio gobierno K, ha permitido sacar a la luz las mentiras contenidas en un documento llamado “Reflexiones y aportes sobre algunos temas vinculados a la reforma del Código Civil”, elaborado por la C.E.A. el 27 de abril de 2012, por el cual manifestaban su oposición a la mencionada reforma, y que pasamos a analizar brevemente.

Engañifas clericales. En el punto N° 9 pueden leerse cosas como estas: “Como ha dicho Benedicto XVI, “¿Dónde se encuentra la fundamentación ética de las deliberaciones políticas? La tradición católica mantiene que las normas objetivas para una acción justa de gobierno son accesibles a la razón, prescindiendo del contenido de la revelación. En este sentido, el papel de la religión en el debate político no es tanto proporcionar dichas normas, como si no pudieran conocerlas los no creyentes. Menos aún proporcionar soluciones políticas concretas, algo que está totalmente fuera de la competencia de la religión. Su papel consiste más bien en ayudar a purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos”. Lo que queremos proponer a nuestros conciudadanos en general, y a quienes tienen responsabilidad en el proceso legislativo en particular, no es una imposición religiosa, sino que en la Argentina la ley respete simplemente la verdad de la persona, de la familia y de la sociedad”.

El párrafo transcripto contiene indicadores de peso que reflejan las intenciones “non sanctas” de los obispos argentinos. Veamos.

Moral católica como único fundamento de la política laica. Ya en 2005 el ahora papa emérito Benedicto XVI había dicho - en relación al estado laico - que “es legítima una sana laicidad del Estado en virtud de la cual las realidades temporales se rigen según las normas que les son propias, pero sin excluir las referencias éticas que encuentran su último fundamento en la religión” (1)

La ideológica clerical no deja dudas en cuanto que el fundamento ético de la política debe estar dado por la religión (católica, por supuesto). Es la “famosa” ley moral objetiva”, la que el histérico dios católico habría colocado mágicamente en las mentes de los seres humanos; normas morales que son “accesibles a la razón”, sean las personas creyentes o no. Una especie de “programación” celestial a la que todos y todas debemos responder para no desatar el ya histórico odio y violencia divinas. Esa ley debe ser impuesta a través de las leyes civiles, nos guste o no.

Semejante disparate no sólo es una vil engañifa sino que sus principales consecuencias son fomentar el infantilismo social y la anulación de las individualidades. Augusto Klappenbach lo explica mejor haciendo referencia a Kant: “El pensador alemán sostiene que toda moral que no se fundamente en la decisión autónoma, libre y responsable del ser humano se reduce a obedecer normas impuestas desde fuera y carece de valor ético. Y eso, aun cuando el origen de tales normas sea un mandato divino. Dicho en otras palabras: la mera obediencia a los mandamientos de Dios no implica ningún mérito moral. Los valores morales, para ser auténticos, deben surgir de una decisión autónoma del hombre y no de la obediencia a un mandato externo, cualquiera que sea su origen. Y en este sentido la moral es anterior a la religión: aunque Dios no existiera, los deberes morales no perderían nada de su fuerza”. (2) 

Lo que tampoco se dice son las graves consecuencias que tamaño pensamiento totalitario ocasiona al estado de derecho si los legisladores y gobernantes lo imponen a través de las leyes civiles, resumidas por los especialistas en tres puntos: 1. La injerencia de un jefe de estado extranjero (el papa católico), en los asuntos internos de otros Estados; 2. Los intereses de la Iglesia Católica sobre los intereses del Estado; 3. El poder religioso por encima del poder político, la democracia y la soberanía del pueblo. En palabras del teólogo Juan José Tamayo “el Papa tiene la última palabra en las decisiones de los Estados”.

Este argumento clerical, además de ser falso, causa un daño gravísimo a la república y a la autonomía e intimidad de los ciudadanos, que buscan libremente el sentido de sus vidas.

El papel de la religión en el debate político. El párrafo que comentamos señala otro indicador: el rol de la religión católica (y de sus oligarcas), no es enseñar la ley moral objetiva, que todos podemos conocer; tampoco aportar soluciones políticas (que es lo que contrariamente hacen al influir una ley civil), sino “purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos”.

A ver: purificar, es decir, limpiar; e iluminar, o sea, alumbrar. Quieren limpiar y alumbrar la razón de los argentinos, para que mágicamente “descubran” la ley moral objetiva del dios católico, que entra en “panic attack” si no se lo obedece.

Semejante ostentación de arrogancia y cursilería implica pasar por alto cualquier posición intelectual o doctrinaria contraria al pensamiento católico; subestimar las diversas posiciones epistemológicas existentes y aplicables; e infravalorar el pensamiento y subjetividades de los argentinos a los que, prácticamente, se los trata de imbéciles (pero con “amor de madre”, no faltaba más).

La falsedad del argumento de la ley moral natural lo puso de manifiesto Paolo Flores d’Arcais en el debate que tuvo con Benedicto XVI: “… las normas naturales constituirían una suerte de cromosomas del universo y de la realidad. Por lo que se trataría solo, mediante nuestra razón, de descubrirlas y de obedecer a esas normas”. (3)

“Yo creo que eso es absolutamente falso e insostenible” […] “¿Por qué creo que no se puede hablar de una ley natural?” Citando a Pascal, dice: “el hombre ha considerado digno de veneración cualquier norma y su contraria, y hace una lista: parricidio, incesto, etc. cosas terribles, diciendo: hay hombres que las han considerado valores, no sólo las han tolerado, las han considerado verdaderos valores”. (4)

No hay que estar muy despiertos para sostener que el argumento de la ley natural es el intento del clero católico para someter y anular la libertad, la conciencia y la cultura de los hombres.

La Iglesia Católica, abanderada de las “propuestas”. Finalmente, surge la mentira más grande que salió a la luz luego del penoso lobby eclesiástico en el Congreso: “Lo que queremos proponer a nuestros conciudadanos en general, y a quienes tienen responsabilidad en el proceso legislativo en particular, no es una imposición religiosa, sino que en la Argentina la ley respete simplemente la verdad de la persona, de la familia y de la sociedad”. El párrafo no merece mayores comentarios respecto a la vil mentira. Habla por sí mismo.

Tampoco hace falta recordar la triste historia de esta institución que hizo de la imposición su “modus operandi”. La inquisición que inventó, los genocidios en los que participó, las torturas que aplicó, la destrucción de culturas enteras, la obligación del pago de tributos a cambio de indulgencias, todo hecho “en nombre de Dios”, son algunos ejemplos de su misericordiosa actitud de “proponer” su verdad sobre la persona, la familia y la sociedad.

Y en pleno siglo XXI continúan con el mismo método aunque sin recurrir a la violencia física, aunque sí simbólica y psicológica. El método rastrero es tradicional en la institución y su alto clero. Históricamente, les sirvió con Hitler para firmar un Concordato; lo utilizaron con Mussolini, del que lograron la creación del enclave territorial llamado “Estado de la Ciudad del Vaticano”; lo aplicaron con Franco, quien los benefició con la ideología totalitaria llamada “nacionalcatolicismo”; y fue una constante en la última dictadura militar argentina de la que consiguieron, a través de su mayor benefactor, el genocida Videla, los sueldos que disfrutan en la actualidad, pagados con fondos del erario público. En definitiva, es lo que se observó días pasados con el lobby que ejercieron ante los legisladores electos por el pueblo de la Nación.

Pisoteando la república. No es nuevo el lamentable y torpe comportamiento de cierta clase política que anteponiendo su religión a la obligación de legislar para todos, coloca los intereses de la religión por sobre los de la sociedad plural, y permite que prevalezca el capricho de los dirigentes de la “santa madre” que, paradójicamente, aún no firma la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

El encandilamiento que en determinados sectores políticos ha causado el nombramiento de un argentino como papa, posibilita el debilitamiento de las instituciones de la república y del estado aconfesional. Por eso suenan cada vez más hipócritas las palabras del papa Francisco cuando en su visita a Brasil sostuvo: ““La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la sociedad, favoreciendo sus expresiones concretas”. (5)

La actitud de los legisladores y funcionarios católicos, por un lado, y de los obispos, por otro, demuestran a las claras que, no sólo la política de la Iglesia Católica respecto a una ley laica como es el Código Civil, sino las palabras de Francisco, son otra mentira más: están llevando al Estado argentino a asumir como propia la posición confesional católica, en contra de la creciente laicidad, pluralidad y diversidad social que ya viven miles de argentinos.

Notas

(1) Discurso de BXVI en el Palacio Quirinal al Presidente italiano 24/06/2005, en www.vatican.va/.../hf_ben-xvi_spe_20050624_president-ciampi_sp.html

(2) KLAPPENBACH, Augusto, Relativismo papal, en www.atrio.org/2011/09/relativismo-papal/

(3) Ratzinger, Joseph Alois, ¿Dios existe?,  Joseph Alois Ratzinger y Paolo Flores d’Arcais, Buenos Aires, Epasa Calpe, 2008, p. 64.

(4) op. cit. p. 65

(5) http://www.gacetamercantil.com/notas/36729/%C2%BFblanqueo-del-sepulcro-o-deja-v%C3%B9-cat%C3%B3lico-brasil.html