Lamentablemente,
nada hay de nuevo en ello. Históricamente, sus alianzas con los gobiernos de
facto y dictaduras militares les permitieron imponer su modelo social a todos
los argentinos con las consecuencias ya conocidas.
Un ejemplo reciente lo encontramos en la avanzada
clerical/integrista en el Congreso de la Nación, cuyo principal objetivo fue la
modificación de aquellas normas contenidas en el proyecto de reforma del Código
Civil contrarias a la ideología episcopal para acomodarlas a la “identidad
nacional católica”, falacia que integra el rosario de sofismas con que
continúan engañando a los argentinos. La penosa actuación de los legisladores católicos, con aval episcopal, del Vaticano y del propio gobierno K, ha permitido sacar a la luz las mentiras contenidas en un documento llamado “Reflexiones y aportes sobre algunos temas vinculados a la reforma del Código Civil”, elaborado por la C.E.A. el 27 de abril de 2012, por el cual manifestaban su oposición a la mencionada reforma, y que pasamos a analizar brevemente.
Engañifas
clericales. En el punto N° 9 pueden leerse cosas como estas: “Como ha dicho
Benedicto XVI, “¿Dónde se encuentra la
fundamentación ética de las deliberaciones políticas? La tradición católica
mantiene que las normas objetivas para una acción justa de gobierno son
accesibles a la razón, prescindiendo del contenido de la revelación. En este
sentido, el papel de la religión en el debate político no es tanto proporcionar
dichas normas, como si no pudieran conocerlas los no creyentes. Menos aún
proporcionar soluciones políticas concretas, algo que está totalmente fuera de
la competencia de la religión. Su papel consiste más bien en ayudar a purificar
e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales
objetivos”. Lo que queremos proponer a nuestros conciudadanos en
general, y a quienes tienen responsabilidad en el proceso legislativo en
particular, no es una imposición religiosa, sino que en la Argentina la ley
respete simplemente la verdad de la persona, de la familia y de la sociedad”.
El párrafo transcripto
contiene indicadores de peso que reflejan las intenciones “non sanctas” de los
obispos argentinos. Veamos.
Moral
católica como único fundamento de la política laica. Ya en 2005
el ahora papa emérito Benedicto XVI había dicho - en relación al estado laico -
que “es legítima una sana laicidad del Estado en virtud de la cual las
realidades temporales se rigen según las normas que les son propias, pero sin excluir las referencias éticas que
encuentran su último fundamento en la religión” (1)
La ideológica clerical no deja
dudas en cuanto que el fundamento ético de la política debe estar dado por la
religión (católica, por supuesto). Es la “famosa” ley moral objetiva”, la que
el histérico dios católico habría colocado mágicamente en las mentes de los
seres humanos; normas morales que son “accesibles a la razón”, sean las
personas creyentes o no. Una especie de “programación” celestial a la que todos
y todas debemos responder para no desatar el ya histórico odio y violencia
divinas. Esa ley debe ser impuesta a través de las leyes civiles, nos guste o
no.
Semejante disparate no sólo es
una vil engañifa sino que sus principales consecuencias son fomentar el
infantilismo social y la anulación de las individualidades. Augusto Klappenbach
lo explica mejor haciendo referencia a Kant: “El pensador alemán sostiene que
toda moral que no se fundamente en la decisión autónoma, libre y responsable
del ser humano se reduce a obedecer normas impuestas desde fuera y carece de
valor ético. Y eso, aun cuando el origen de tales normas sea un mandato divino.
Dicho en otras palabras: la mera obediencia a los mandamientos de Dios no
implica ningún mérito moral. Los valores morales, para ser auténticos, deben
surgir de una decisión autónoma del hombre y no de la obediencia a un mandato
externo, cualquiera que sea su origen. Y en este sentido la moral es anterior a
la religión: aunque Dios no existiera, los deberes morales no perderían nada de
su fuerza”. (2)
Lo que tampoco se dice son las
graves consecuencias que tamaño pensamiento totalitario ocasiona al estado de
derecho si los legisladores y gobernantes lo imponen a través de las leyes
civiles, resumidas por los especialistas en tres puntos: 1. La injerencia de un
jefe de estado extranjero (el papa católico), en los asuntos internos de otros
Estados; 2. Los intereses de la Iglesia Católica sobre los intereses del
Estado; 3. El poder religioso por encima del poder político, la democracia y la
soberanía del pueblo. En palabras del teólogo Juan José Tamayo “el Papa tiene
la última palabra en las decisiones de los Estados”.
Este argumento clerical,
además de ser falso, causa un daño gravísimo a la república y a la autonomía e
intimidad de los ciudadanos, que buscan libremente el sentido de sus vidas.
El
papel de la religión en el debate político. El párrafo que comentamos
señala otro indicador: el rol de la religión católica (y de sus oligarcas), no
es enseñar la ley moral objetiva, que todos podemos conocer; tampoco aportar
soluciones políticas (que es lo que contrariamente hacen al influir una ley
civil), sino “purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento
de principios morales objetivos”.
A ver: purificar, es decir,
limpiar; e iluminar, o sea, alumbrar. Quieren limpiar y alumbrar la razón de
los argentinos, para que mágicamente “descubran” la ley moral objetiva del dios
católico, que entra en “panic attack” si no se lo obedece.
Semejante ostentación de
arrogancia y cursilería implica pasar por alto cualquier posición intelectual o
doctrinaria contraria al pensamiento católico; subestimar las diversas
posiciones epistemológicas existentes y aplicables; e infravalorar el
pensamiento y subjetividades de los argentinos a los que, prácticamente, se los
trata de imbéciles (pero con “amor de madre”, no faltaba más).
La falsedad del argumento de
la ley moral natural lo puso de manifiesto Paolo Flores d’Arcais en el debate
que tuvo con Benedicto XVI: “… las normas naturales constituirían una suerte de
cromosomas del universo y de la realidad. Por lo que se trataría solo, mediante
nuestra razón, de descubrirlas y de obedecer a esas normas”. (3)
“Yo creo que eso es
absolutamente falso e insostenible” […] “¿Por qué creo que no se puede hablar
de una ley natural?” Citando a Pascal, dice: “el hombre ha considerado digno de
veneración cualquier norma y su contraria, y hace una lista: parricidio,
incesto, etc. cosas terribles, diciendo: hay hombres que las han considerado
valores, no sólo las han tolerado, las han considerado verdaderos valores”. (4)
No hay que estar muy
despiertos para sostener que el argumento de la ley natural es el intento del
clero católico para someter y anular la libertad, la conciencia y la cultura de
los hombres.
La
Iglesia Católica, abanderada de las “propuestas”. Finalmente,
surge la mentira más grande que salió a la luz luego del penoso lobby
eclesiástico en el Congreso: “Lo que queremos proponer a nuestros conciudadanos
en general, y a quienes tienen responsabilidad en el proceso legislativo en
particular, no es una imposición religiosa, sino que en la Argentina la ley
respete simplemente la verdad de la persona, de la familia y de la sociedad”.
El párrafo no merece mayores comentarios respecto a la vil mentira. Habla por
sí mismo.
Tampoco hace falta recordar la
triste historia de esta institución que hizo de la imposición su “modus
operandi”. La inquisición que inventó, los genocidios en los que participó, las
torturas que aplicó, la destrucción de culturas enteras, la obligación del pago
de tributos a cambio de indulgencias, todo hecho “en nombre de Dios”, son
algunos ejemplos de su misericordiosa actitud de “proponer” su verdad sobre la
persona, la familia y la sociedad.
Y en pleno siglo XXI continúan
con el mismo método aunque sin recurrir a la violencia física, aunque sí
simbólica y psicológica. El método rastrero es tradicional en la institución y
su alto clero. Históricamente, les sirvió con Hitler para firmar un Concordato;
lo utilizaron con Mussolini, del que lograron la creación del enclave
territorial llamado “Estado de la Ciudad del Vaticano”; lo aplicaron con Franco,
quien los benefició con la ideología totalitaria llamada “nacionalcatolicismo”;
y fue una constante en la última dictadura militar argentina de la que
consiguieron, a través de su mayor benefactor, el genocida Videla, los sueldos
que disfrutan en la actualidad, pagados con fondos del erario público. En
definitiva, es lo que se observó días pasados con el lobby que ejercieron ante
los legisladores electos por el pueblo de la Nación.
Pisoteando la república. No es nuevo el lamentable y torpe
comportamiento de cierta clase política que anteponiendo su religión a la
obligación de legislar para todos, coloca los intereses de la religión por
sobre los de la sociedad plural, y permite que prevalezca el capricho de los
dirigentes de la “santa madre” que, paradójicamente, aún no firma la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre.
El encandilamiento que en determinados sectores políticos ha
causado el nombramiento de un argentino como papa, posibilita el debilitamiento
de las instituciones de la república y del estado aconfesional. Por eso suenan
cada vez más hipócritas las palabras del papa Francisco cuando en su visita a
Brasil sostuvo: ““La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve
beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna
posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la
sociedad, favoreciendo sus expresiones concretas”. (5)
La actitud de los legisladores y funcionarios católicos, por
un lado, y de los obispos, por otro, demuestran a las claras que, no sólo la
política de la Iglesia Católica respecto a una ley laica como es el Código
Civil, sino las palabras de Francisco, son otra mentira más: están llevando al
Estado argentino a asumir como propia la posición confesional católica, en
contra de la creciente laicidad, pluralidad y diversidad social que ya viven
miles de argentinos.
Notas
(1) Discurso de BXVI en el Palacio Quirinal al Presidente
italiano 24/06/2005, en www.vatican.va/.../hf_ben-xvi_spe_20050624_president-ciampi_sp.html
(2) KLAPPENBACH, Augusto, Relativismo papal, en
www.atrio.org/2011/09/relativismo-papal/
(3) Ratzinger, Joseph Alois, ¿Dios existe?, Joseph Alois Ratzinger y Paolo Flores
d’Arcais, Buenos Aires, Epasa Calpe, 2008, p. 64.
(4) op. cit. p.
65
(5) http://www.gacetamercantil.com/notas/36729/%C2%BFblanqueo-del-sepulcro-o-deja-v%C3%B9-cat%C3%B3lico-brasil.html