domingo, 16 de octubre de 2016

FRANCISCO: JEFE DE LA OPOSICIÓN

Segunda visita del presidente Macri al papa católico romano. El pathos de la relación -supuestamente - ha cambiado, porque las partes han hecho contribuciones para mejorarla.
Los aportes tienen que ver con la disposición del pontífice para garantizarle gobernabilidad al presidente, ordenándole que lleve a cabo una serie de actos políticos que considera clave para la pacificación social y desarrollo económico del país: la creación de la Mesa de la Producción y del Trabajo, es uno de ellos. Macri cumplió su parte. Bergoglio, también: desactivar, al menos momentáneamente, un paro de la CGT.
¿A qué fue el presidente? El primer motivo, participar en la canonización de un cura argentino, legitimando con su presencia la fábrica de hacer santos que tiene la multinacional religiosa y con la cual lucra sistemáticamente desde el siglo IV dC. El segundo, reunirse con al papa a solas, para hablar de política nacional e internacional.
Sin embargo, la cultura del encuentro que finge Bergoglio es, para no perder su espíritu falsario, selectiva. Pidió expresamente que no viajara el jefe de gabinete de ministros.
¿Garantizar gobernabilidad? Su principal exégeta lo dejó muy claro: “Vera declaró que el Obispo de Roma "impedirá un estallido social en la Argentina" y "ayudará para que (Mauricio) Macri pueda concluir su mandato" en 2019”; la reunión irá bien porque el Presidente está apostando por un mayor gradualismo". "Hoy el Papa le está marcando el camino más correcto" a Macri para que "empiece a gobernar con concertación, con grandes consensos, como en Europa" (1).
Pero, ¿desde cuándo un monarca teocrático, jefe de un estado extranjero, legitima a las autoridades republicanas argentinas, marcándoles el camino?
El encuentro no representa otra cosa que una nueva vuelta de tuerca al clericalismo político que impera en el país, una de las causas del estrepitoso fracaso de las instituciones republicanas y democráticas y de la decadencia social que padecemos.
Confirma, además, el rol político opositor de Bergoglio y la eterna minoría de edad de la clase política argentina, sedienta de veedores y carente de autonomía intelectual.
1. Néstor Kirchner tenía razón
Por su infinito doble discurso y accionar político, el papa argentino ha ratificado el rol que le atribuía el ex presidente Néstor Kirchner: ser el "jefe espiritual de la oposición política".
Sea porque no le gustaban las homilías y discursos del cardenal (que sentía como un ataque a su gobierno, sobre todo, en materia de igualdad); sea porque la oposición al gobierno K desfilaba por el despacho curial, lo cierto es que el ahora papa siempre gustó de ejercer un rol que su propia institución niega. Es más, su demagogia crónica le hace cometer sincericidios como cuando les manifestó a los jueces argentinos reunidos en el Vaticano que "no cabe el adagio de la ilustración, de que la iglesia no deba meterse en política" (2).
Y la coalición gobernante Cambiemos - con un líder nihilista en su faz ideológica -, debe soportar una oposición que no está acostumbrada a serlo y que, ante su profunda crisis interna, decidió alinearse con el papa católico, también peronista.
Calificado como “compañero Papa” por un genial periodista porteño, Bergoglio ha convertido a los referentes del movimiento histórico en mandaderos suyos.
“No sé si el Compañero Papa lo va a asumir, pero sin duda el peronismo ya ha decidido que quiere ser adoptado por él. Sutilmente lo expresan sus protagonistas. No pasa un día sin que algún dirigente cite una frase papal. Desde la CGT hasta D’ Elía y desde los renovadores hasta el kirchnerismo duro pasando por Pichetto, Scioli, Moreno o Domínguez.
Ya nada ocurrirá en el PJ que contradiga al Sumo Pontífice. El que tenga alguna duda, que le pregunte a Aníbal Fernández” (3).
A tal punto pasa el alineamiento del justicialismo con Bergoglio que ha surgido hace unos días el grupo Laudatos que nuclea a un grupo de políticos – en su mayoría de ese partido -, sindicalistas y empresarios que elaboró un documento en base a las similitudes de la encíclica de Francisco "Laudato si" con el “Modelo Argentino” ideado por Perón en la década del 70.
2. Lío católico en la política argentina
Si en Medio Oriente la religión monoteísta mata, en Occidente divide. No en vano el escritor satírico irlandés Jonathan Swift decía: “Tenemos la suficiente religión para odiarnos, pero no para amarnos los unos a los otros”.
El catolicismo es experto en la materia, tiene larga tradición en dividir a las sociedades y Francisco no es la excepción. Católicos/macristas enfrentados a católicos/peronistas, ¡por el propio papa!
El enfrentamiento no es sólo en la ideología sino en la praxis. La furia de los gorilas (como gustan llamar sectores K, a los no K), se desató hace tiempo por un rosario que el papa regaló a una líder social detenida en circunstancias procesales, por lo menos, dudosas.
Pero la balanza del papa en este punto no es equitativa. Como buen populista, la inclina hacia el modelo político-eclesial con el que se siente más identificado y que no es el que se practica en Recoleta sino en los sectores excluidos. Está a favor del pueblo bueno, cuya pobreza le otorga una autoridad moral que no tienen los católicos ricos e instruidos.
Magistralmente, Loris Zanatta hizo foco en la cuestión: “Es así como el Papa contrapone el pueblo bueno y solidario a una oligarquía depredadora y egoísta. Una oligarquía transfigurada, carente de rostro y nombre, esencia del Mal en cuanto rinde culto al dios pagano del dinero: el consumo es consumismo; el individuo, egoísta; la atención al dinero, adoración sin alma. Tal es el enemigo del pueblo para Bergoglio…” (4).
El enfrentamiento católico en la política argentina – una especie de caricato de farsa – tiene un protagonista casi héroe (Francisco), un pobre filisteo (Macri).
3. Clerodependencia de la clase política argentina
El viaje del presidente sigue la histórica línea de conducta de la clase dirigente, resultado de un fenómeno de vieja data y que alcanzara su más alto nivel en las dictaduras militares.
Naturalizar la presencia del clero católico en la cosa pública es un flagelo heredado de la Conquista, atribuyéndole a la iglesia católica un rol que no debería tener y que ha sido nefasto. Es una señal contundente del alto grado de atraso institucional en el que se encuentra el país.
Los sociólogos hace tiempo lo advierten. El continuo proceso de secularización de la sociedad no es acompañado por otro de laicización de las instituciones, ya que en la visión que la dirigencia política proyecta del estado, la laicidad no es un componente constitutivo (Mallimaci).
El resultado está a la vista: empobrecimiento de las instituciones democráticas; infantilismo y minoría de edad de la clase política; anulación de la autonomía de los ciudadanos y ciudadanas; entorpecimiento del clero en las políticas públicas; república laica mancillada sin hesitación.
Pero, si el papa peronista está a favor de los pobres y más necesitados, de la inclusión social, en contra del capitalismo salvaje. ¿Qué tiene de malo eso? Dicho así, nada de malo.
Sin embargo, la multinacional religiosa nunca colabora de modo aséptico. Defiende sus intereses políticos y económicos y los riesgos que corren las democracias débiles como la argentina son muy altos.
Profundizar el clericalismo político y la clerodependencia implica no sólo ensombrecer las libertades públicas y restringir derechos humanos, sino convertir al papa católico en veedor de la república, con el peligro adicional que la moral católica sea elevada a moral del Estado, como sostiene el filósofo italiano Paolo Flores d’Arcais.
¿La democracia argentina tutelada por la religión católica y su iglesia? La clase dirigente parece empecinada en fortalecer esa idea, haciendo gala de una amnesia, ignorancia y estulticias sublimes.
La hipoteca sería tan grande como aciaga: hacer prevalecer los intereses del papa católico sobre los de la sociedad plural y laica.
Y es sabido que gobernar con el catecismo católico, en vez de la Constitución, significa el recorte de libertades públicas y la anulación de las autonomías de los ciudadanos y ciudadanas que deberían ceder ante los representantes de una religión totalitaria e invasiva.
Dicho de otro modo, y como parece vaticinar el referido filósofo: “La soberanía de Dios, en sustitución de la soberanía de las existencias individuales concretas, sólo promete una multiplicación de Jomeinis” (5).


Notas
(1) Gustavo Vera: "El Papa impedirá un estallido social en la Argentina", en  http://www.infobae.com/politica/2016/10/13/gustavo-vera-el-papa-ayudara-para-que-macri-pueda-concluir-su-mandato/
(2) El papa Francisco a los jueces: "Yo sé que sufren presiones y amenazas", en http://www.infobae.com/2016/06/03/1815952-el-papa-francisco-los-jueces-yo-se-que-sufren-presiones-y-amenazas/
(3) Alejandro Borensztein, Luche y vuelve el Compañero Papa, en www.clarin.com/opinion/Luche-vuelve-Companero-Papa_0_1665433441.html
(5) Paolo Flores d’Arcais, El desafío oscurantista, Anagrama, Barce