domingo, 18 de enero de 2015

LA BURLAS DE LA RELIGIÓN DEL AMOR

Dentro de la gira proselitista que el papa Francisco lleva a cabo por Asia, realizó declaraciones con motivo del asesinato de los periodistas del semanario satírico francés Charlie Hebdo.
Enfocó sus reflexiones, sobre todo, en la libertad de expresión, diciendo: “si bien la libertad de expresión es un "derecho humano fundamental", tiene un límite, que es el de no ofender” […] “No se pude provocar, no se puede insultar la fe de los demás. No se le puede tomar el pelo a la fe. No se puede" […] “Si el doctor Gasbarri [Alberto, responsable de la organización de los viajes pontificios, que estaba en ese momento a su lado], dice una mala palabra en contra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo... ¡Es normal!" (1).
Nunca como antes apareció el Bergoglio original, el integrista, el que mandó a clausurar la muestra artística de León Ferrari en Buenos Aires en 2004, el que nunca desapareció por más que en su rol de papa finja “buenismo” y utilice la demagogia y el populismo para atraer ingenuos y crédulos.
Nunca como antes quedó en evidencia que la gestión de Francisco es el continuismo de sus dos antecesores, también integristas, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Es el mismo pensamiento totalitario y conservador pero con “buena onda”.
Según el papa, no se puede satirizar a las religiones, burlarse tampoco. Ahora bien ¿se habrá preguntado el monarca cuántas veces, y en distintos períodos históricos, su religión no sólo se burló sino que insultó y asesinó a aquellos que disentían de sus dogmas y fábulas? ¿Habrá reflexionado el pontífice acerca de si su propia religión no representa una burla e insulto a la dignidad, razón y sentimientos de los no católicos, esos que diariamente tienen que soportar que su iglesia “meta la nariz” en cuanto asunto público y privado existe?
El conflicto entre las libertades de expresión y religiosa – uno de los tantos puntos de análisis del atentado – permite recordarle papa, que criticó la esquizofrenia espiritual de los miembros de la Curia vaticana, algunas “picardías” del catolicismo romano en la materia.
1. La iglesia católica y su combate contra la libertad de expresión
Si bien no es este el espacio para analizar en profundidad cómo la iglesia católica insultó y pisoteó la libertad de expresión en diversos períodos históricos - y masacró en nombre de sus verdades -, pueden mencionarse algunos ejemplos vigentes en pleno siglo XXI.
La no suscripción de la Declaración Universal de Derechos Humanos por parte de la Santa Sede, como varios de sus protocolos e instrumentos internacionales relativos a la libertad de expresión, es un hecho irrefutable. Problema que se agrava puertas adentro de la institución religiosa ya que el propio Código de Derecho Canónico impone la censura en sus cánones 823 a 832.
Son incontables los casos de laicos y teólogos censurados y expulsados, sobre todo, en las monarquías de Juan Pablo II y Benedicto XVI. El propio Francisco expulsó a un cura brasileño por haber defendido el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Mientras que en nuestro país también existieron casos donde se violó la libertad de expresión, bajo el mandato cardenalicio de Bergoglio. Algunos de ellos fueron:
a) El del teólogo Ariel Alvarez Valdes, porque se atrevió a manifestar en sus libros que Adán y Eva nunca existieron. Sus censores le dijeron que podía decir “esas cosas” en libros para especialistas, en libros “difíciles”, pero no para los creyentes porque se escandalizaban. Se le practicó un juicio canónico, pero se sabe que ese tipo de procesos no respetan la garantía de defensa en juicio.
b) El de la profesora de Historia de la Cultura Persa, Paola Raffeta, docente de la Universidad del Salvador (Jesuita), quien en 2009 ejerció el derecho a expresarse en contra de la intromisión de la iglesia católica en las políticas públicas del país y anunció su participación en la primera campaña de apostasía colectiva de la Argentina.
La docente, con una antigüedad de 10 años, tuvo como respuesta de parte de la casa de estudios, el despido. El principal argumento que se esgrimió fue que el art. 39 inciso e) del Estatuto Académico sostiene que los docentes tienen la obligación de “no difundir ni adherir a concepciones que se opongan a la doctrina católica”.
Las opiniones fueron vertidas fuera de la Universidad, no dentro del aula. Sin perjuicio de ello, aquella libertad de pensamiento y expresión fueron sancionadas so pretexto de normas eclesiásticas.
c) El caso del juez del Superior Tribunal de Entre Ríos, Carlos Chiara Díaz, profesor de la Universidad Católica Argentina en Paraná, quien también fue despedido por haber firmado el proyecto de reforma del Código Penal que despenalizaba el aborto en 2006, proyecto que luego fue archivado.
El catolicismo romano está en las antípodas del respeto a la libertad de expresión, manteniendo la moderna inquisición (Congregación para la Doctrina de la Fe), con sus procedimientos de censura contemplados en el “Reglamento para el examen de doctrinas”, también conocido como “Ratio agendi” (Razón de obrar o proceder en un juicio), aprobado por Juan Pablo II el 30 de mayo de 1997, y publicado el 29 de junio de 1997.
Estas burlas e insultos del catolicismo hacia la libertad de expresión son mantenidos por Francisco.
2. Insultos y burlas en la “religión del amor”
“No se pude provocar, no se puede insultar la fe de los demás. No se le puede tomar el pelo a la fe. No se puede”, sostuvo el monarca teocrático. Ahora bien ¿Qué hizo su iglesia y representantes durante siglos sino insultar y tomar el pelo a quienes no adherían a sus dogmas?
Relataba Deschner que históricamente “las concepciones de todos los pensadores inconformistas, por más que su altura espiritual se elevase a veces a lo sublime, tenían que ser vistas como una “peste”, como una “enfermedad”, como “poses henchidas de ateísmo”, como “alaridos o ladridos salvajes”, como “vómitos o esputos”, como “pestilente basura”, como “excrementos”, como “hediondo estercolero”. Desde entonces, todos los no cristianos – y también los cristianos de confesión distinta a la propia – equivalen a “apestados” a “inválidos” a “precursores del Anticristo”, a animales en figura humana”, a “hijos del demonio”. Toda esta terminología cultural proviene de bocas episcopales y papales y va toda ella dirigida contra los “herejes”, es decir contra las “bestias de la peor ralea”, contra “carne de matadero para el infierno” (2).
Se dice que no hay que sacar de contexto esos insultos. ¡Pero si aquellos que no descontextualizaron fueron pasados a degüello o llevados a la hoguera! Y en pleno siglo XXI puede pasarse revista a los comentarios de foristas enfurecidos que lanzan insultos ante cualquier ensayo crítico contra su religión que se publique en internet.
Han sido los ateos quienes han recibido por siglos burlas e insultos de toda laya. Michel Onfray reflexionó en profundidad en el primer capítulo de una obra fundamental”: “Difícil, por lo tanto, reconocerse como ateo… Nos llaman así, y siempre ante la perspectiva insultante de una autoridad dispuesta a condenar” (3).
Como si aquello no alcanzara, los no creyentes (o creyentes en otras religiones), deben soportar que el catolicismo romano despliegue sus burlas a la razón a través del proselitismo e imposición de su credo en nombre de la libertad religiosa.
El abanico en este escenario es ilimitado dado el carácter invasivo y totalitario de esa religión. Desde sus dogmas, doctrinas y mandatos morales, pasando por su intrusión en las políticas públicas de los estados para que se gobierne, legisle y sentencia con el catecismo en la mano, hasta su simbología cruenta, por ejemplo, un crucifijo con un cadáver colgado.
Volviendo a las declaraciones papales: ¿No es una burla y un insulto, liso y llano, calificar a la “Noche de San Bartolomé” como un pecado? ¿En qué cabeza psicópata entra que esa auténtica masacre de protestantes en manos de “misericordiosos” católicos haya sido sólo un “pecado”?
3. Los límites ¿quién los pone?
Francisco considera que la sátira - que lleva ínsita la burla -  es inapropiada para referirse a las religiones, incluyendo la propia. Sin embargo, la sátira es un género literario (para algunos un subgénero) como los que utiliza la propia iglesia católica para interpretar las diversos libros de la biblia. Por lo tanto su uso es tan válido como el género apocalíptico, el de las parábolas, o el erótico.
El atentado en Francia reflotó el enfrentamiento entre las libertades de expresión y de religión. Para el papa, la de expresión tiene límites y así es. ¿Y la libertad religiosa? ¿Cuáles son sus límites? ¿Deben los creyentes limitar el ejercicio de su libertad de creencia? Por supuesto que sí, aunque la beatería y los neofariseos que han proliferado como hongos no entiendan por qué si sus creencias son “buenas” debieran limitarlas. Precisamente porque lo que es deber religioso para unos, no lo es para los demás. Porque no de cualquier modo ni en cualquier lugar se la puede ejercer, siguiendo el razonable criterio de una jueza nacional.
Los límites se encuentran no sólo en los propios creyentes sino en las leyes laicas. Como sostiene Savater “la legalidad establecida en la sociedad laica marca los límites socialmente aceptables dentro de los que debemos movernos todos los ciudadanos, sean cuales fueren nuestras creencias o nuestras incredulidades. Son las religiones quienes tienen que acomodarse a las leyes, nunca al revés” (4).
El papa Francisco, sigue sin entenderlo.

(1) “El papa Francisco, sobre Charlie Hebdo: "No se puede insultar la fe de los demás", en  http://www.lanacion.com.ar/1760255-el-papa-francisco-sobre-…
(2) Deschner, Karlheinz, El Anticatecismo, Zaragoza, Yalde, 1990, p. 29.
(3)  Onfray, Michel, Tratado de Ateología, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 2006,  p. 41.

(4) Savater, Fernando, La vida eterna, Barcelona, Ariel, 2007, p. 212.

sábado, 10 de enero de 2015

LA RELIGIÓN COMO ENAJENACIÓN

Nuevamente la violencia religiosa islámica. Otra vez el asesinato en nombre de dios y contra las libertades laicas. De nuevo, justificada en el torpe argumento de “no ofender los sentimientos religiosos”. Otra vez, el terrorismo que no tiene ningún problema en presentar la imagen de un dios sangriento, el mismo al que le rezan los otros dos monoteísmos históricos.
No se equivocó Chiristopher Hitchens cuando sostuvo en un capítulo de su obra que la “religión mata”, relatando sus experiencias en ciudades como Belfast, Beirut y Belgrado, entre otras, donde se asesinaba por convicciones religiosas. “En Belfast he visto calles enteras quemadas por la batalla campal sectaria entre diferentes facciones cristianas…”. En Beirut… “el principal partido cristiano era en realidad una milicia católica denominada Falange…”; la cuestión en Belgrado (hasta la década de 1980, capital de Yugoslavia), se centraba “en la creación de un Estado títere de los nazis, centrado en Croacia, que gozaba del amparo del Vaticano y que con toda naturalidad trataba de exterminar a todos los judíos de la región, pero que también desarrolló una campaña de conversión obligatoria dirigida a la otra comunidad cristiana” (se refería a los cristianos ortodoxos, la mayoría serbios) (1).  
Ahora le tocó el turno a un semanario francés que utiliza el subgénero de la sátira como medio de expresar su crítica y disconformidad contra diversos aspectos del islam y sus dirigentes. Subgénero demoledor, sobre todo, en materia política. Y de nuevo, la violencia.
Desde varios puntos de vista puede hacerse el análisis del asesinato de los periodistas: la cuestión geopolítica del islam en Europa (y de las religiones en general); su influencia en las relaciones internacionales; cómo y por qué se benefician algunos líderes mundiales; el conflicto entre libertad religiosa y libertad de expresión; el problema del sentimiento religioso como obstáculo para el ejercicio de libertades esenciales. Hay otros, también vigentes, que interesan destacar brevemente.
1. La violencia “divina” en el ADN de los monoteísmos
De todos los escenarios culturales donde se desarrolla la existencia humana, el religioso es donde se observan y concentran casi todos los matices de la violencia: simbólica, física, psicológica, económica, institucional. Tremenda paradoja ya que, supuestamente, el mensaje que portan los credos busca la felicidad de los hombres. Y el sector más afectado, gracias al dios patriarcal, es el femenino. No en vano, los especialistas reiteran que los monoteísmos históricos han representado a las mujeres como santas, madres, putas o tontas.
Fue la activista y escritora Ayaan Hirsi Ali quien advirtió que las reformas al islam son falsas y “pronto se dio cuenta de que el problema era la fe en sí” (2). El proceso de “conversión” de la escritora hacia la no creencia fue doloroso. “No entendía que si Alá era realmente compasivo y omnipotente pudiera tolerar, y hasta exigir, que me pusiera detrás de mi hermano para rezar, y obedeciera sus caprichos, ni que los tribunales considerasen que mis declaraciones tenían intrínsecamente menos valor que las de él” (3).
Elección del futuro marido; mutilación genital; crueldad clerical; barbarie etnoreligiosa son algunas de las proyecciones de la violencia hacia las mujeres que sostienen no pocos sectores de aquella religión. Y lo que se observó en Francia no extrañó. El terrorismo utiliza el delito de blasfemia para manifestar su ira y “corregir” a los infieles, no importa si son varones, mujeres o niños.
La violencia religiosa tiene su fuente en los sistemas jurídicos que regulan las religiones, en particular, en el derecho divino, núcleo de los mismos. En el caso del islam la mediación humana es ínfima: las normas dictadas por Alá deben cumplirse. En el caso del catolicismo romano, por ejemplo, la mediación humana es central ya que sirve como medio de control y sojuzgamiento de las conciencias, y con un objetivo clave: la salvación. Así funcionan estas especies de sistemas jurídicos, sustancialmente, contrarias a derechos humanos.
Violentos no son sólo ciertos sectores del islam: el catolicismo romano conserva tanto en sus normas como en numerosos versículos de las sagradas escrituras pasajes que son un culto a la violencia en cualquiera de sus matices.
Pepe Rodríguez sistematizó, milimétricamente, los versículos de la biblia católica que relatan conductas y hechos violentos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos, entre ellos: muerte violenta, apedrear, lapidar, degollar personas, acuchillar, matar a filo de espada; relatos de guerra, sean asedios, entregar Dios un ejército o pueblo a sus enemigos; exterminios masivos, aniquilamientos; expolio de bienes ajenos, saqueos, botines y apropiación de tierras y bienes de los pueblos vencidos en una batalla; esclavitud, sometimiento y compra-venta de personas; sentimientos y hechos violentos contra el prójimo, sea por venganza, desprecio, odio religioso, o cólera; violencia contra las mujeres sea mediante la violación, el concubinato, mujeres como botín, prostitución y asesinatos masivos (4).
Todo esto está vigente, y el argumento que exige no descontextualizar para una “sana” hermenéutica no pasa de ser una falacia. Quienes no descontextualizaron fueron - en cada período histórico - pasados a degüello, o llevados a la hoguera como infieles, herejes o apóstatas.
2. La violencia “profana”, imagen de dios y la espiral sin fin
Pero las religiones también sufren violencia, sea de parte de otras, como de sectores no religiosos. Es lo que ocurre con los cristianos en Extremo y Medio Oriente, donde son perseguidos y asesinados por sectores musulmanes, sobre todo, por el nuevo Estado Islámico cuyos fundamentalistas no les tiembla el pulso a la hora de asesinar en nombre de su religión.
La espiral violenta no cesa porque entra a tallar la imagen del dios que se defiende. Aquí se entra en un callejón sin salida porque las imágenes de la deidad creadas por los hombres son casi infinitas.
El dios de los monoteísmos, sobre todo el judeo-cristiano, tiene cientos de imágenes, todas utilizadas en beneficio de los intereses más diversos. Sino habría que preguntarles a los genocidas Hitler, Mussolini, Franco, Videla y Pinochet en qué dios creían y con qué religión tranzaron. Bush hijo llamó a luchar contra el “eje del mal”, en un discurso en clave religiosa/política y como respuesta a Bin Laden quien también “alabó” a su dios estrellando aviones contra dos rascacielos, con miles de muertos.
Hay otras imágenes: la del “pantocrátor”, el dios de los ejércitos utilizada hasta el hartazgo por las dictaduras militares latinoamericanas y que avaló el genocidio, la tortura y el robo de niños; el “dios del agujero”, en palabras del jesuita Carlos G. Vallés, aquél al que recurren los creyentes cuando sus vidas “se les va de las manos”. Está el dios de los hinduistas en sus tres modelos (dios de la devoción, de la negación y de la acción); está el no-dios del jainismo, y la cuenta sigue…
La imagen de dios que se tenga es elemento clave para explicar los actos de violencia, siempre en su defensa, contra los que hieren los sentimientos de los fieles. Curiosamente, la mayoría de ellas con componentes antropomórficos (como el dios del clero católico, creado a su imagen y semejanza, y cuyo primer ideólogo fue el misántropo Pablo de Tarso).
3. El sentimiento religioso y el “olvido” del papa Francisco
Además del fundamental factor geopolítico, el atentado contra Charlie Hebdo volvió a centrar la atención en la cuestión del sentimiento religioso y su oposición a la libertad de expresión. Fanáticos “ofendidos” no sólo aparecieron en tan lamentable atentado terrorista. Los encontramos a la vuelta de la esquina.
Es un hecho detectado por los sociólogos que en nuestra época la base de la experiencia religiosa sea lo emocional y lo sentimental. Aunque no es nuevo. Fue Bertrand Russell quien sostuvo que “no son los argumentos racionales sino las emociones las que hacen creer en la vida futura”. Mientras que Ludwig Feuerbach consideraba que “la esencia del cristianismo es la esencia del sentimiento. Es más agradable para el sentimiento ser pasivo que actuar, ser redimido y liberado por otro que liberarse a sí mismo; es más cómodo hacer depender la salvación de otra persona que de la fuerza de actividad de uno mismo” (5).
Ahora bien, que un grupo de personas se sienta “ofendido” por caricaturas basadas en la sátira como subgénero contra un profeta religioso ¿justifica matar a los “ofensores”?
En nuestro país la violencia de los ofendidos tuvo respuestas diversas, dependiendo de los casos. Célebre fue el de “Ekmekdjian”, jurista que se sintió agraviado por las palabras de un escritor hacia una virgen católica. Los casos más comunes - y que aparecen cíclicamente - son los que lleva a cabo el integrismo católico cada vez que una muestra artística no es “políticamente correcta”.
Paradigma de ello fue la muestra retrospectiva del artista León Ferrari en Buenos Aires en 2004. En esa circunstancia, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, se levantó en contra de la muestra (con similar “sentimiento” que el grupo islámico de París), en contra de la libertad de expresión y sostuvo: “Hoy me dirijo a ustedes muy dolido por la blasfemia que es perpetrada en el Centro Cultural Recoleta con motivo de una exposición plástica. También me apena que este evento sea realizado en un Centro Cultural que se sostiene con el dinero que el pueblo cristiano y personas de buena voluntad aportan con sus impuestos", añadió el purpurado. Y exhortó a que "frente a esta blasfemia que avergüenza a nuestra ciudad, todos unidos hagamos un acto de reparación y petición de perdón el próximo 7 de diciembre", vísperas del Día de la Inmaculada Concepción” (6).
Once años después, como papa Francisco, salió a condenar como “execrable” el asesinato de periodistas de Charlie Hebdo, pero se “olvidó” de condenar, también, el atentado contra la libertad de expresión. Coherencia clerical en estado puro.
4. Monoteísmo, dios absurdo y enajenación
El caso Charlie Hebdo, lamentablemente, no será el último. El terrorismo religioso de base monoteísta, no descansa, ni Europa, ni en América.
“Hasta ahora la religión siempre había sobrevivido a las religiones”, decía Georg Simmel. En pleno siglo XXI sigue matando, los cuerpos, las mentes, el espíritu, en nombre de la imagen de una deidad creada por los hombres. El vínculo con esa imagen que se considera sagrada es la que crea el “sentimiento”… y es lo que también lleva a matar.
En nombre de un dios absurdo y sanguinario - que sigue presente en las escrituras “sagradas” - el terrorismo de cualquier credo sigue matando libertades - demasiadas -; su dios - cualquier dios -, así lo pide.
“Parece que la idea es que debería buscar una religión mejor y más humana que el islam en vez de refugiarme en la incredulidad”, decía Ayaan Hirsi Ali. Pero rápidamente cayó en la cuenta que la enajenación la iba a encontrar en cualquiera que buscara: “¿Una religión de serpientes que hablan y jardines celestiales? […] La postura cristiana ante el fuego del infierno parece menos dramática que la visión musulmana con la que he crecido, pero el pensamiento mágico cristiano no me atrae más que los ángeles y djinns de mi abuela” (7).
En definitiva, la joven optó por la libertad en vez de una “escatología de locos, con su pulsión de muerte y su profundo desprecio de la actividad mental” (Hitchens); optó por el único mundo que tenemos, en vez de una “dictadura celestial” que el terrorismo religioso no se cansa de proclamar.

Notas
(1) Hitchens, Christopher, dios no es bueno, 1º ed., Bs. As., Debate, 2008.
(2) Hitchens, Christopher, Dios no existe, Buenos Aires, Debate, 2009, p. 643.
(3) Op. cit., p. 644
(4) Rodríguez, Pepe, Mentiras fundamentales dela Iglesia Católica, Barcelona, Ediciones B, 2011, p. 82.
(5) “La esencia del cristianismo”, en www.enxarxa.com/.../FEUERBACH%20La%20esencia%20del%20cristia...
(6) “La Iglesia advirtió que la muestra de Ferrari "es una blasfemia", en http://www.lanacion.com.ar/659247-la-iglesia-advirtio-que...
(7) Hitchens, op. cit. p. 647

SOTANAS EN LUCHAS INTESTINAS

El 2015 será un año clave en el papado de Francisco ya que tendrá que apuntalar los procesos de reforma que inició - cuyos resultados en 2014 fueron pobres -, pero sobre todo, será interesante para observar el movimiento interno de oposición que enfrenta al pontífice.
En el mismo se enrolan distintos grupos de poder clerical que ven con preocupación cómo el papa demagogo necesita romper estructuras aunque sea para fingir que están cerca del cristianismo. Y el peligro, precisamente, es que les haga perder dicho poder, leitmotiv de su penosa existencia.
Por lo menos, tres son los grupos que se enfrentan a Bergoglio, por supuesto, todos del estamento clerical ya que el laicado no existe a la hora de las luchas intestinas.
La estrategia inicial del bando opositor al papa ha sido la resistencia pasiva. Aparentar aceptación de las propuestas reformadoras pero no mover un dedo para llevarlas a cabo. Fácilmente se puede observar en cualquier diócesis donde no existió - en todo 2014 - el publicitado “lío”, como pidió el pontífice.
La oposición bergoglista utilizó - hasta el Sínodo de obispos celebrado el año pasado - aquella categoría sociológica como pilar de su disidencia, es decir, resistir de modo no visible, sin confrontación directa con el poder establecido pero que lo cuestiona y corroe por dentro sosteniendo un discurso en contra.
El Sínodo permitió conocer los grupos de poder que no aceptan la forma de gestionar del papa como tampoco su perspectiva ideológica en diversas materias, y finalizado el mismo, se sacaron las máscaras.
¿Cuáles son esos grupos opositores? En primer lugar, los que defienden la ortodoxia doctrinaria y el “legalismo” - paradójicamente - contrario a derechos humanos que los católicos tienen afuera de la institución; en segundo lugar, los que lucran impunemente dentro de la multinacional, aunque ahora más controlados; y el grupo “correcto e inofensivo”, es decir, los pusilánimes y obsecuentes que vegetan en cualquier grupo humano, pero que reciben beneficios.
1. Defensores de la “hipertrofia clerical
Acá se agrupan los ortodoxos, los defensores a ultranza del dogma, doctrinas y mandatos morales. Son los que ratifican diariamente el poder clerical, de decisión y gestión. Apologistas de la “hipertrofia” de sotanas que existe en la institución, del modelo monárquico-sacerdotal iniciado en el siglo IV dC y que Francisco no puede cambiar, por más que declare en contra.
Se incluyen los legalistas, neoescribas y teóricos del derecho canónico que, en el caso del Sínodo, fueron los defensores de la indisolubilidad del matrimonio, del “favor matrimonii”, y la continuidad en la política discriminatoria hacia gays, mujeres y divorciados vueltos a casar.
Orgánicamente, se nuclean a partir de la Congregación para la Doctrina de la Fe, inquisición moderna, aún existente, diversos cenáculos vaticanos con poder real y se apoyan en influyentes periodistas.
Integran finalmente este grupo, el integrismo y la ultra derecha católica. Los primeros, responsables de convertir a su iglesia en un parásito de los Estados, manteniendo prebendas y privilegios y haciendo lobby para que los actos de gobierno, leyes y sentencias se hagan y dicten con el catecismo en la mano. Los segundos, también llamados “tradicionalistas” son grupos marginales dentro del catolicismo, algunos expulsados de hecho, otros en la periferia institucional, pero ambos mantienen “monseñoratos” como referentes - y con poder -, dentro del Vaticano. Algunos especialistas sostienen que no les temblaría el pulso ante la alternativa de plantear un cisma.
2. Defensores de la multinacional religiosa
Segundo grupo opositor, “golpeado” por la incipiente transparencia económico/financiera impulsada por Francisco, fue el que mayores reformas sufrió ya que para ser políticamente correctos y seguir manteniendo la multinacional debieron aceptar, muy a pesar de ellos, las modificaciones.
Son los bíblicos “mercaderes del templo”, versión siglo XXI, cuyo poder político interno se ha hecho más visible, como también su poderío financiero manifestado en inversiones en títulos, divisas extranjeras, operaciones bursátiles, reservas de liquidez, depósitos de oro y alhajas, y un multimillonario patrimonio mobiliario e inmobiliario.
Si bien mantienen el núcleo operativo en el IOR y la Secretaría de Economía, sus ramificaciones, como cualquier multinacional, se encuentran en no pocos países, con “brazos seculares” liderados por la secta Opus Dei.
Grupo de oposición a Bergoglio que está agazapado por estar controlado por la Autoridad de Información Financiera (A.I.F.), pero como toda corporación con poder económico, mantiene los mecanismos bien aceitados para apoyar a cualquier “padrino” si el papa molesta demasiado.
3. Defensores de la tibieza
Tercer sector donde se destacan los abanderados de la cobardía y la obsecuencia. Es la oposición por “omisión”, incluidos los “bergoglistas” que últimamente aparecen en los medios, sea en una villa de emergencia, o viajando en colectivo para aparentar “humildad”. Es el grupo donde más se nota la resistencia pasiva.
Premiados por Francisco con algunas antievangélicas dignidades cardenalicias, esperan el momento para ponerse en la fila, recibir su parte de ración y luego pavonear su progresismo estúpido y huero. Se los puede ver en los medios hablando del “papa de la esperanza”, pero no dudarían un minuto en alistarse detrás del que suceda a Francisco, aunque sea el más terrible tirano con alzacuello.
Ejemplos de los tibios del apocalipsis bíblico son las Conferencias Episcopales latinoamericanas, mudas desde lo operativo en cada una de las diócesis donde todo sigue igual, haciendo gala de su pusilanimidad. Eso sí, muy activas para recordar a la ignorante clase política vernácula el “orgullo” de contar con un papa latinoamericano, y seguir justificando sus ignominiosas prebendas.
4. La “cuadratura del círculo” versión católica
Los tres grupos mencionados - sobre todo, los dos primeros - , atravesados por la “lepra” del clericalismo como le gusta llamar a Bergoglio, con intereses bien determinados y contrarios al papa, prometen una dura oposición durante el año que recién se inicia.
¿Qué hará Francisco entonces? En su corto mandato ha demostrado que cambiar el rol papal, con demagogia y populismo, no le alcanza. No puede cambiar la doctrina ni los dogmas, el “depósito de fe”; su fórmula “iglesia pobre para los pobres” choca de frente con la existencia del poder económico vaticano, vaciándose de contenido; tampoco tiene voluntad (aunque le tire algunas migajas a los laicos) para cambiar el vetusto modelo monárquico-sacerdotal proveniente del Antiguo Testamento; la masa tibia no responde porque no cree en el “ethos” cristiano, y está muy cómoda con su religiosidad epidérmica, de primera comunión.
La oposición interna, “los lobos”, como gustaba decir Benedicto XVI, están al salto y ofrecerán dura resistencia a Bergoglio en el Vaticano donde, “como ocurre en otros lugares, hay quienes someten a una caza despiadada a otros hermanos monseñores con maldad y sádico placer de humillar y destruir al antagonista, pues mors tua vita mea, “tu muerte es mi vida” (1).

Nota

(1) Los Milenarios, El Vaticano contra Dios, Barcelona, Kaos, 2000, p. 22.