Nuevamente
la violencia religiosa islámica. Otra vez el asesinato en nombre de dios y
contra las libertades laicas. De nuevo, justificada en el torpe argumento de “no ofender los sentimientos religiosos”.
Otra vez, el terrorismo que no tiene ningún problema en presentar la imagen de
un dios sangriento, el mismo al que le rezan los otros dos monoteísmos
históricos.
No
se equivocó Chiristopher Hitchens cuando sostuvo en un capítulo de su obra que
la “religión mata”, relatando sus
experiencias en ciudades como Belfast, Beirut y Belgrado, entre otras, donde se
asesinaba por convicciones religiosas. “En
Belfast he visto calles enteras quemadas por la batalla campal sectaria entre
diferentes facciones cristianas…”. En Beirut… “el principal partido cristiano era en realidad una milicia católica
denominada Falange…”; la cuestión en Belgrado (hasta la década de 1980,
capital de Yugoslavia), se centraba “en
la creación de un Estado títere de
los nazis, centrado en Croacia, que gozaba del amparo del Vaticano y que con
toda naturalidad trataba de exterminar a todos los judíos de la región, pero
que también desarrolló una campaña de conversión obligatoria dirigida a la otra
comunidad cristiana” (se refería a los cristianos ortodoxos, la mayoría
serbios) (1).
Ahora
le tocó el turno a un semanario francés que utiliza el subgénero de la sátira
como medio de expresar su crítica y disconformidad contra diversos aspectos del
islam y sus dirigentes. Subgénero demoledor, sobre todo, en materia política. Y
de nuevo, la violencia.
Desde
varios puntos de vista puede hacerse el análisis del asesinato de los
periodistas: la cuestión geopolítica del islam en Europa (y de las religiones
en general); su influencia en las relaciones internacionales; cómo y por qué se
benefician algunos líderes mundiales; el conflicto entre libertad religiosa y
libertad de expresión; el problema del sentimiento religioso como obstáculo
para el ejercicio de libertades esenciales. Hay otros, también vigentes, que
interesan destacar brevemente.
1. La violencia “divina” en
el ADN de los monoteísmos
De
todos los escenarios culturales donde se desarrolla la existencia humana, el
religioso es donde se observan y concentran casi todos los matices de la
violencia: simbólica, física, psicológica, económica, institucional. Tremenda
paradoja ya que, supuestamente, el mensaje que portan los credos busca la
felicidad de los hombres. Y el sector más afectado, gracias al dios patriarcal,
es el femenino. No en vano, los especialistas reiteran que los monoteísmos
históricos han representado a las mujeres como santas, madres, putas o tontas.
Fue
la activista y escritora Ayaan Hirsi Ali quien advirtió que las reformas al
islam son falsas y “pronto se dio cuenta
de que el problema era la fe en sí” (2). El proceso de “conversión” de la
escritora hacia la no creencia fue doloroso. “No entendía que si Alá era realmente compasivo y omnipotente pudiera
tolerar, y hasta exigir, que me pusiera detrás de mi hermano para rezar, y
obedeciera sus caprichos, ni que los tribunales considerasen que mis
declaraciones tenían intrínsecamente menos valor que las de él” (3).
Elección
del futuro marido; mutilación genital; crueldad clerical; barbarie
etnoreligiosa son algunas de las proyecciones de la violencia hacia las mujeres
que sostienen no pocos sectores de aquella religión. Y lo que se observó en
Francia no extrañó. El terrorismo utiliza el delito de blasfemia para
manifestar su ira y “corregir” a los infieles, no importa si son varones,
mujeres o niños.
La
violencia religiosa tiene su fuente en los sistemas jurídicos que regulan las
religiones, en particular, en el derecho divino, núcleo de los mismos. En el
caso del islam la mediación humana es ínfima: las normas dictadas por Alá deben
cumplirse. En el caso del catolicismo romano, por ejemplo, la mediación humana
es central ya que sirve como medio de control y sojuzgamiento de las
conciencias, y con un objetivo clave: la salvación. Así funcionan estas
especies de sistemas jurídicos, sustancialmente, contrarias a derechos humanos.
Violentos
no son sólo ciertos sectores del islam: el catolicismo romano conserva tanto en
sus normas como en numerosos versículos de las sagradas escrituras pasajes que
son un culto a la violencia en cualquiera de sus matices.
Pepe
Rodríguez sistematizó, milimétricamente, los versículos de la biblia católica que
relatan conductas y hechos violentos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamentos, entre ellos: muerte violenta, apedrear, lapidar, degollar
personas, acuchillar, matar a filo de espada; relatos de guerra, sean asedios,
entregar Dios un ejército o pueblo a sus enemigos; exterminios masivos,
aniquilamientos; expolio de bienes ajenos, saqueos, botines y apropiación de
tierras y bienes de los pueblos vencidos en una batalla; esclavitud,
sometimiento y compra-venta de personas; sentimientos y hechos violentos contra
el prójimo, sea por venganza, desprecio, odio religioso, o cólera; violencia
contra las mujeres sea mediante la violación, el concubinato, mujeres como
botín, prostitución y asesinatos masivos (4).
Todo
esto está vigente, y el argumento que exige no descontextualizar para una
“sana” hermenéutica no pasa de ser una falacia. Quienes no descontextualizaron
fueron - en cada período histórico - pasados a degüello, o llevados a la
hoguera como infieles, herejes o apóstatas.
2. La violencia “profana”,
imagen de dios y la espiral sin fin
Pero
las religiones también sufren violencia, sea de parte de otras, como de
sectores no religiosos. Es lo que ocurre con los cristianos en Extremo y Medio Oriente,
donde son perseguidos y asesinados por sectores musulmanes, sobre todo, por el
nuevo Estado Islámico cuyos fundamentalistas no les tiembla el pulso a la hora
de asesinar en nombre de su religión.
La
espiral violenta no cesa porque entra a tallar la imagen del dios que se
defiende. Aquí se entra en un callejón sin salida porque las imágenes de la
deidad creadas por los hombres son casi infinitas.
El
dios de los monoteísmos, sobre todo el judeo-cristiano, tiene cientos de
imágenes, todas utilizadas en beneficio de los intereses más diversos. Sino
habría que preguntarles a los genocidas Hitler, Mussolini, Franco, Videla y Pinochet
en qué dios creían y con qué religión tranzaron. Bush hijo llamó a luchar
contra el “eje del mal”, en un discurso en clave religiosa/política y como
respuesta a Bin Laden quien también “alabó” a su dios estrellando aviones
contra dos rascacielos, con miles de muertos.
Hay
otras imágenes: la del “pantocrátor”, el dios de los ejércitos utilizada hasta
el hartazgo por las dictaduras militares latinoamericanas y que avaló el
genocidio, la tortura y el robo de niños; el “dios del agujero”, en palabras
del jesuita Carlos G. Vallés, aquél al que recurren los creyentes cuando sus
vidas “se les va de las manos”. Está
el dios de los hinduistas en sus tres modelos (dios de la devoción, de la
negación y de la acción); está el no-dios del jainismo, y la cuenta sigue…
La
imagen de dios que se tenga es elemento clave para explicar los actos de
violencia, siempre en su defensa, contra los que hieren los sentimientos de los
fieles. Curiosamente, la mayoría de ellas con componentes antropomórficos (como
el dios del clero católico, creado a su imagen y semejanza, y cuyo primer
ideólogo fue el misántropo Pablo de Tarso).
3. El sentimiento religioso
y el “olvido” del papa Francisco
Además
del fundamental factor geopolítico, el atentado contra Charlie Hebdo volvió a
centrar la atención en la cuestión del sentimiento religioso y su oposición a
la libertad de expresión. Fanáticos “ofendidos” no sólo aparecieron en tan
lamentable atentado terrorista. Los encontramos a la vuelta de la esquina.
Es
un hecho detectado por los sociólogos que en nuestra época la base de la experiencia
religiosa sea lo emocional y lo sentimental. Aunque no es nuevo. Fue Bertrand
Russell quien sostuvo que “no son los
argumentos racionales sino las emociones las que hacen creer en la vida futura”.
Mientras que Ludwig Feuerbach consideraba que “la esencia del cristianismo es la esencia del sentimiento. Es más
agradable para el sentimiento ser pasivo que actuar, ser redimido y liberado
por otro que liberarse a sí mismo; es más cómodo hacer depender la salvación de
otra persona que de la fuerza de actividad de uno mismo” (5).
Ahora
bien, que un grupo de personas se sienta “ofendido” por caricaturas basadas en
la sátira como subgénero contra un profeta religioso ¿justifica matar a los
“ofensores”?
En
nuestro país la violencia de los ofendidos tuvo respuestas diversas,
dependiendo de los casos. Célebre fue el de “Ekmekdjian”, jurista que se sintió
agraviado por las palabras de un escritor hacia una virgen católica. Los casos
más comunes - y que aparecen cíclicamente - son los que lleva a cabo el
integrismo católico cada vez que una muestra artística no es “políticamente
correcta”.
Paradigma
de ello fue la muestra retrospectiva del artista León Ferrari en Buenos Aires
en 2004. En esa circunstancia, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge
Bergoglio, se levantó en contra de la muestra (con similar “sentimiento” que el
grupo islámico de París), en contra de la libertad de expresión y sostuvo: “Hoy me dirijo a ustedes muy dolido por la
blasfemia que es perpetrada en el Centro Cultural Recoleta con motivo de una
exposición plástica. También me apena que este evento sea realizado en un
Centro Cultural que se sostiene con el dinero que el pueblo cristiano y
personas de buena voluntad aportan con sus impuestos", añadió el
purpurado. Y exhortó a que "frente a esta blasfemia que avergüenza a
nuestra ciudad, todos unidos hagamos un acto de reparación y petición de perdón
el próximo 7 de diciembre", vísperas del Día de la Inmaculada Concepción”
(6).
Once
años después, como papa Francisco, salió a condenar como “execrable” el
asesinato de periodistas de Charlie Hebdo, pero se “olvidó” de condenar,
también, el atentado contra la libertad de expresión. Coherencia clerical en
estado puro.
4. Monoteísmo, dios absurdo
y enajenación
El
caso Charlie Hebdo, lamentablemente, no será el último. El terrorismo religioso
de base monoteísta, no descansa, ni Europa, ni en América.
“Hasta ahora la religión
siempre había sobrevivido a las religiones”, decía Georg Simmel. En pleno siglo XXI sigue matando, los
cuerpos, las mentes, el espíritu, en nombre de la imagen de una deidad creada
por los hombres. El vínculo con esa imagen que se considera sagrada es la que
crea el “sentimiento”… y es lo que también lleva a matar.
En
nombre de un dios absurdo y sanguinario - que sigue presente en las escrituras
“sagradas” - el terrorismo de cualquier credo sigue matando libertades -
demasiadas -; su dios - cualquier dios -, así lo pide.
“Parece que la idea es que
debería buscar una religión mejor y más humana que el islam en vez de
refugiarme en la incredulidad”,
decía Ayaan Hirsi Ali. Pero rápidamente cayó en la cuenta que la enajenación la
iba a encontrar en cualquiera que buscara: “¿Una
religión de serpientes que hablan y jardines celestiales? […] La postura cristiana ante el fuego del
infierno parece menos dramática que la visión musulmana con la que he crecido,
pero el pensamiento mágico cristiano no me atrae más que los ángeles y djinns
de mi abuela” (7).
En
definitiva, la joven optó por la libertad en vez de una “escatología de locos, con su pulsión de muerte y su profundo desprecio
de la actividad mental” (Hitchens); optó por
el único mundo que tenemos, en vez de una “dictadura celestial” que el terrorismo religioso no se cansa de
proclamar.
Notas
(1)
Hitchens, Christopher, dios no es bueno, 1º ed., Bs. As., Debate, 2008.
(2) Hitchens,
Christopher, Dios no existe, Buenos Aires, Debate, 2009, p. 643.
(3) Op. cit., p.
644
(4)
Rodríguez, Pepe, Mentiras fundamentales dela Iglesia Católica, Barcelona,
Ediciones B, 2011, p. 82.
(5)
“La esencia del cristianismo”, en
www.enxarxa.com/.../FEUERBACH%20La%20esencia%20del%20cristia...
(6)
“La Iglesia advirtió que la muestra de Ferrari "es una blasfemia", en
http://www.lanacion.com.ar/659247-la-iglesia-advirtio-que...
(7) Hitchens, op.
cit. p. 647