sábado, 10 de enero de 2015

SOTANAS EN LUCHAS INTESTINAS

El 2015 será un año clave en el papado de Francisco ya que tendrá que apuntalar los procesos de reforma que inició - cuyos resultados en 2014 fueron pobres -, pero sobre todo, será interesante para observar el movimiento interno de oposición que enfrenta al pontífice.
En el mismo se enrolan distintos grupos de poder clerical que ven con preocupación cómo el papa demagogo necesita romper estructuras aunque sea para fingir que están cerca del cristianismo. Y el peligro, precisamente, es que les haga perder dicho poder, leitmotiv de su penosa existencia.
Por lo menos, tres son los grupos que se enfrentan a Bergoglio, por supuesto, todos del estamento clerical ya que el laicado no existe a la hora de las luchas intestinas.
La estrategia inicial del bando opositor al papa ha sido la resistencia pasiva. Aparentar aceptación de las propuestas reformadoras pero no mover un dedo para llevarlas a cabo. Fácilmente se puede observar en cualquier diócesis donde no existió - en todo 2014 - el publicitado “lío”, como pidió el pontífice.
La oposición bergoglista utilizó - hasta el Sínodo de obispos celebrado el año pasado - aquella categoría sociológica como pilar de su disidencia, es decir, resistir de modo no visible, sin confrontación directa con el poder establecido pero que lo cuestiona y corroe por dentro sosteniendo un discurso en contra.
El Sínodo permitió conocer los grupos de poder que no aceptan la forma de gestionar del papa como tampoco su perspectiva ideológica en diversas materias, y finalizado el mismo, se sacaron las máscaras.
¿Cuáles son esos grupos opositores? En primer lugar, los que defienden la ortodoxia doctrinaria y el “legalismo” - paradójicamente - contrario a derechos humanos que los católicos tienen afuera de la institución; en segundo lugar, los que lucran impunemente dentro de la multinacional, aunque ahora más controlados; y el grupo “correcto e inofensivo”, es decir, los pusilánimes y obsecuentes que vegetan en cualquier grupo humano, pero que reciben beneficios.
1. Defensores de la “hipertrofia clerical
Acá se agrupan los ortodoxos, los defensores a ultranza del dogma, doctrinas y mandatos morales. Son los que ratifican diariamente el poder clerical, de decisión y gestión. Apologistas de la “hipertrofia” de sotanas que existe en la institución, del modelo monárquico-sacerdotal iniciado en el siglo IV dC y que Francisco no puede cambiar, por más que declare en contra.
Se incluyen los legalistas, neoescribas y teóricos del derecho canónico que, en el caso del Sínodo, fueron los defensores de la indisolubilidad del matrimonio, del “favor matrimonii”, y la continuidad en la política discriminatoria hacia gays, mujeres y divorciados vueltos a casar.
Orgánicamente, se nuclean a partir de la Congregación para la Doctrina de la Fe, inquisición moderna, aún existente, diversos cenáculos vaticanos con poder real y se apoyan en influyentes periodistas.
Integran finalmente este grupo, el integrismo y la ultra derecha católica. Los primeros, responsables de convertir a su iglesia en un parásito de los Estados, manteniendo prebendas y privilegios y haciendo lobby para que los actos de gobierno, leyes y sentencias se hagan y dicten con el catecismo en la mano. Los segundos, también llamados “tradicionalistas” son grupos marginales dentro del catolicismo, algunos expulsados de hecho, otros en la periferia institucional, pero ambos mantienen “monseñoratos” como referentes - y con poder -, dentro del Vaticano. Algunos especialistas sostienen que no les temblaría el pulso ante la alternativa de plantear un cisma.
2. Defensores de la multinacional religiosa
Segundo grupo opositor, “golpeado” por la incipiente transparencia económico/financiera impulsada por Francisco, fue el que mayores reformas sufrió ya que para ser políticamente correctos y seguir manteniendo la multinacional debieron aceptar, muy a pesar de ellos, las modificaciones.
Son los bíblicos “mercaderes del templo”, versión siglo XXI, cuyo poder político interno se ha hecho más visible, como también su poderío financiero manifestado en inversiones en títulos, divisas extranjeras, operaciones bursátiles, reservas de liquidez, depósitos de oro y alhajas, y un multimillonario patrimonio mobiliario e inmobiliario.
Si bien mantienen el núcleo operativo en el IOR y la Secretaría de Economía, sus ramificaciones, como cualquier multinacional, se encuentran en no pocos países, con “brazos seculares” liderados por la secta Opus Dei.
Grupo de oposición a Bergoglio que está agazapado por estar controlado por la Autoridad de Información Financiera (A.I.F.), pero como toda corporación con poder económico, mantiene los mecanismos bien aceitados para apoyar a cualquier “padrino” si el papa molesta demasiado.
3. Defensores de la tibieza
Tercer sector donde se destacan los abanderados de la cobardía y la obsecuencia. Es la oposición por “omisión”, incluidos los “bergoglistas” que últimamente aparecen en los medios, sea en una villa de emergencia, o viajando en colectivo para aparentar “humildad”. Es el grupo donde más se nota la resistencia pasiva.
Premiados por Francisco con algunas antievangélicas dignidades cardenalicias, esperan el momento para ponerse en la fila, recibir su parte de ración y luego pavonear su progresismo estúpido y huero. Se los puede ver en los medios hablando del “papa de la esperanza”, pero no dudarían un minuto en alistarse detrás del que suceda a Francisco, aunque sea el más terrible tirano con alzacuello.
Ejemplos de los tibios del apocalipsis bíblico son las Conferencias Episcopales latinoamericanas, mudas desde lo operativo en cada una de las diócesis donde todo sigue igual, haciendo gala de su pusilanimidad. Eso sí, muy activas para recordar a la ignorante clase política vernácula el “orgullo” de contar con un papa latinoamericano, y seguir justificando sus ignominiosas prebendas.
4. La “cuadratura del círculo” versión católica
Los tres grupos mencionados - sobre todo, los dos primeros - , atravesados por la “lepra” del clericalismo como le gusta llamar a Bergoglio, con intereses bien determinados y contrarios al papa, prometen una dura oposición durante el año que recién se inicia.
¿Qué hará Francisco entonces? En su corto mandato ha demostrado que cambiar el rol papal, con demagogia y populismo, no le alcanza. No puede cambiar la doctrina ni los dogmas, el “depósito de fe”; su fórmula “iglesia pobre para los pobres” choca de frente con la existencia del poder económico vaticano, vaciándose de contenido; tampoco tiene voluntad (aunque le tire algunas migajas a los laicos) para cambiar el vetusto modelo monárquico-sacerdotal proveniente del Antiguo Testamento; la masa tibia no responde porque no cree en el “ethos” cristiano, y está muy cómoda con su religiosidad epidérmica, de primera comunión.
La oposición interna, “los lobos”, como gustaba decir Benedicto XVI, están al salto y ofrecerán dura resistencia a Bergoglio en el Vaticano donde, “como ocurre en otros lugares, hay quienes someten a una caza despiadada a otros hermanos monseñores con maldad y sádico placer de humillar y destruir al antagonista, pues mors tua vita mea, “tu muerte es mi vida” (1).

Nota

(1) Los Milenarios, El Vaticano contra Dios, Barcelona, Kaos, 2000, p. 22.