El
2015 será un año clave en el papado de Francisco ya que tendrá que apuntalar
los procesos de reforma que inició - cuyos resultados en 2014 fueron pobres -,
pero sobre todo, será interesante para observar el movimiento interno de
oposición que enfrenta al pontífice.
En
el mismo se enrolan distintos grupos de poder clerical que ven con preocupación
cómo el papa demagogo necesita romper estructuras aunque sea para fingir que
están cerca del cristianismo. Y el peligro, precisamente, es que les haga
perder dicho poder, leitmotiv de su
penosa existencia.
Por
lo menos, tres son los grupos que se enfrentan a Bergoglio, por supuesto, todos
del estamento clerical ya que el laicado no existe a la hora de las luchas
intestinas.
La
estrategia inicial del bando opositor al papa ha sido la resistencia pasiva. Aparentar
aceptación de las propuestas reformadoras pero no mover un dedo para llevarlas
a cabo. Fácilmente se puede observar en cualquier diócesis donde no existió - en
todo 2014 - el publicitado “lío”,
como pidió el pontífice.
La
oposición bergoglista utilizó - hasta
el Sínodo de obispos celebrado el año pasado - aquella categoría sociológica
como pilar de su disidencia, es decir, resistir de modo no visible, sin
confrontación directa con el poder establecido pero que lo cuestiona y corroe
por dentro sosteniendo un discurso en contra.
El
Sínodo permitió conocer los grupos de poder que no aceptan la forma de gestionar
del papa como tampoco su perspectiva ideológica en diversas materias, y
finalizado el mismo, se sacaron las máscaras.
¿Cuáles
son esos grupos opositores? En primer lugar, los que defienden la ortodoxia
doctrinaria y el “legalismo” -
paradójicamente - contrario a derechos humanos que los católicos tienen afuera
de la institución; en segundo lugar, los que lucran impunemente dentro de la
multinacional, aunque ahora más controlados; y el grupo “correcto e inofensivo”,
es decir, los pusilánimes y obsecuentes que vegetan en cualquier grupo humano,
pero que reciben beneficios.
1. Defensores de la “hipertrofia clerical”
Acá
se agrupan los ortodoxos, los defensores a ultranza del dogma, doctrinas y
mandatos morales. Son los que ratifican diariamente el poder clerical, de
decisión y gestión. Apologistas de la “hipertrofia”
de sotanas que existe en la institución, del modelo monárquico-sacerdotal iniciado
en el siglo IV dC y que Francisco no puede cambiar, por más que declare en
contra.
Se
incluyen los legalistas, neoescribas y teóricos del derecho
canónico que, en el caso del Sínodo, fueron los defensores de la
indisolubilidad del matrimonio, del “favor
matrimonii”, y la continuidad en la política discriminatoria hacia gays,
mujeres y divorciados vueltos a casar.
Orgánicamente,
se nuclean a partir de la Congregación para la Doctrina de la Fe, inquisición
moderna, aún existente, diversos cenáculos vaticanos con poder real y se apoyan
en influyentes periodistas.
Integran
finalmente este grupo, el integrismo y la ultra derecha católica. Los primeros,
responsables de convertir a su iglesia en un parásito de los Estados,
manteniendo prebendas y privilegios y haciendo lobby para que los actos de
gobierno, leyes y sentencias se hagan y dicten con el catecismo en la mano. Los
segundos, también llamados “tradicionalistas”
son grupos marginales dentro del catolicismo, algunos expulsados de hecho,
otros en la periferia institucional, pero ambos mantienen “monseñoratos” como referentes - y con poder -, dentro del Vaticano.
Algunos especialistas sostienen que no les temblaría el pulso ante la
alternativa de plantear un cisma.
2. Defensores de la multinacional
religiosa
Segundo
grupo opositor, “golpeado” por la incipiente transparencia económico/financiera
impulsada por Francisco, fue el que mayores reformas sufrió ya que para ser
políticamente correctos y seguir manteniendo la multinacional debieron aceptar,
muy a pesar de ellos, las modificaciones.
Son
los bíblicos “mercaderes del templo”,
versión siglo XXI, cuyo poder político interno se ha hecho más visible, como
también su poderío financiero manifestado en inversiones en títulos, divisas
extranjeras, operaciones bursátiles, reservas de liquidez, depósitos de oro y
alhajas, y un multimillonario patrimonio mobiliario e inmobiliario.
Si
bien mantienen el núcleo operativo en el IOR y la Secretaría de Economía, sus
ramificaciones, como cualquier multinacional, se encuentran en no pocos países,
con “brazos seculares” liderados por
la secta Opus Dei.
Grupo
de oposición a Bergoglio que está agazapado por estar controlado por la
Autoridad de Información Financiera (A.I.F.), pero como toda corporación con
poder económico, mantiene los mecanismos bien aceitados para apoyar a cualquier
“padrino” si el papa molesta
demasiado.
3. Defensores de la tibieza
Tercer
sector donde se destacan los abanderados de la cobardía y la obsecuencia. Es la
oposición por “omisión”, incluidos
los “bergoglistas” que últimamente aparecen
en los medios, sea en una villa de emergencia, o viajando en colectivo para
aparentar “humildad”. Es el grupo donde más se nota la resistencia pasiva.
Premiados
por Francisco con algunas antievangélicas dignidades cardenalicias, esperan el
momento para ponerse en la fila, recibir su parte de ración y luego pavonear su
progresismo estúpido y huero. Se los puede ver en los medios hablando del “papa de la esperanza”, pero no dudarían
un minuto en alistarse detrás del que suceda a Francisco, aunque sea el más
terrible tirano con alzacuello.
Ejemplos
de los tibios del apocalipsis bíblico son las Conferencias Episcopales
latinoamericanas, mudas desde lo operativo en cada una de las diócesis donde
todo sigue igual, haciendo gala de su pusilanimidad. Eso sí, muy activas para
recordar a la ignorante clase política vernácula el “orgullo” de contar con un
papa latinoamericano, y seguir justificando sus ignominiosas prebendas.
4. La “cuadratura del círculo” versión católica
Los
tres grupos mencionados - sobre todo, los dos primeros - , atravesados por la “lepra” del clericalismo como le gusta
llamar a Bergoglio, con intereses bien determinados y contrarios al papa, prometen
una dura oposición durante el año que recién se inicia.
¿Qué
hará Francisco entonces? En su corto mandato ha demostrado que cambiar el rol
papal, con demagogia y populismo, no le alcanza. No puede cambiar la doctrina
ni los dogmas, el “depósito de fe”;
su fórmula “iglesia pobre para los pobres”
choca de frente con la existencia del poder económico vaticano, vaciándose de
contenido; tampoco tiene voluntad (aunque le tire algunas migajas a los laicos)
para cambiar el vetusto modelo monárquico-sacerdotal proveniente del Antiguo
Testamento; la masa tibia no responde porque no cree en el “ethos” cristiano, y está muy cómoda con
su religiosidad epidérmica, de primera comunión.
La
oposición interna, “los lobos”, como
gustaba decir Benedicto XVI, están al salto y ofrecerán dura resistencia a
Bergoglio en el Vaticano donde, “como ocurre en otros lugares, hay quienes
someten a una caza despiadada a otros hermanos monseñores con maldad y sádico
placer de humillar y destruir al antagonista, pues mors tua vita mea, “tu muerte es mi vida” (1).
Nota
(1)
Los Milenarios, El Vaticano contra Dios, Barcelona, Kaos, 2000, p. 22.