sábado, 10 de mayo de 2014

SOTANAS AMNÉSICAS Y VIOLENTAS

Un nuevo documento ha emitido la Conferencia Episcopal Argentina. Un nuevo acto de amnesia episcopal, esta vez, referido a la violencia que abruma a no pocos sectores sociales e institucionales de nuestro país.

El documento pretende hacer reflexionar a los católicos (que en su mayoría no siguen a los dirigentes eclesiásticos), y a los hombres de buena voluntad (expresión aún no definida por los gerontes, pero entendemos que son aquellos de los que no reciben oposición alguna), sobre un flagelo sin soluciones concretas.
Fingiendo como de costumbre, esta vez juegan a ser expertos en sociología, criminología, y psicología presentando su diagnóstico desde un rol harto conocido como vetusto, el de pretender ser “rectores morales” y “defensores” de la sociedad laica argentina, a la que su sanguinaria institución pisoteó cada vez que pudo en distintos momentos históricos.

La lectura general del documento deja una nueva evidencia de la hipocresía de los obispos argentinos, una especie de “abuelos vip”, que reciben un abultado sueldo del estado argentino gracias al dictador y genocida Videla. En particular, el escrito no hace otra cosa que generar más violencia producto de su descarada amnesia.
1. El antiguo rol de “rectora moral”

Siguiendo a Juan Cruz Esquivel, la evangelización del continente traída con la conquista española dio origen a un modelo de cristiandad que se manifestó en tres planos: a) la identificación de la identidad territorial con la religiosa, afinidad que fue consecuencia de imponerle al territorio conquistado la religión del imperio conquistador; b) a partir de esa consonancia, la institución católica se atribuyó el rol de “pilar” y “garante” de las futuras nacionalidades; c) permitió que la Iglesia Católica, a través de su jerarquía, se arrogase la facultad y poder exclusivo “de controlar múltiples aspectos de la vida cotidiana de las personas”, por ejemplo, cuestiones relativas a la familia, matrimonio, sexualidad, educación en general y educación religiosa en particular (1).
Ese modelo de cristiandad, de marcado perfil totalitario, produjo también una consecuencia fundamental: la Iglesia Católica no sólo iba a desempeñar su actividad en el plano que le era propio, el religioso, sino que empezaba su actuación en los escenarios políticos y sociales.

La matriz ideológica – que un vasto grupo de autores pretenden presentarlo como “natural” y justificarlo en las tradiciones – fue la que permitió el surgimiento de mitos como la “nación católica” y el “ser nacional” identificado con el “ser cristiano”, garantizados por la Iglesia Católica y, más adelante, por las Fuerzas Armadas.   
La importancia de esta idea/matriz es que aparecerá tiempo después para explicar y servir de fundamento a la posterior alianza y bloque político-ideológico que conformarían las Fuerzas Armadas con la institución religiosa, sobre todo, a partir del golpe de estado de 1930; idea/matriz que iba a ser el denominador común en todos los golpes de estado que la institución religiosa avalaría como “defensora” de la argentinidad.

Y es lo que continúa observándose en cada documento que emite la Conferencia Episcopal Argentina desde que se recuperó la democracia. El que comentamos lleva la impronta de ese rol.

2. El medallero de la violencia religiosa y clerical
Según el documento de la CEA, la violencia que padecemos a diario los argentinos reconoce múltiples causas, menos la religiosa, omisión patológica en todas sus declaraciones.

El pasado (tampoco el presente), ayudan al catolicismo. Guerras de religiones, conquistas, etnocidios y transculturación; hogueras y eliminación de personas de ambos sexos; aval ideológico a gobiernos dictatoriales como los gobiernos militares de América Latina, con sus secuelas de torturas, robos de bebés, violación del derecho a la identidad de las personas, persecución y muerte a sus propios fieles y clero, sin contar el fenómeno de los abusos sexuales a niños, niñas y jóvenes. Son hechos que demuestran que las religiones (sobre todo el catolicismo romano), lejos estuvieron (y están) de convertirse en “caminos para la paz”. La violencia física y psicológica en “nombre de Dios” ha sido una constante en el tiempo, y es la que en estas épocas siguen empleando grupos fundamentalistas e integristas para imponer sus convicciones.
Pero no contentos con ello, los obispos argentinos abordan distintas manifestaciones de la violencia vernácula, tomando distancia de manera grotesca, como si la institución que integran no fuese generadora de ella.

En el punto N° 5 destacan la corrupción y el desvío de dineros (calificados de “estafas económicas y morales”); las mafias del crimen organizado dedicadas a la trata de personas para la esclavitud laboral o sexual; tráfico de drogas y armas. Ahora bien, conociendo los datos irrefutables de la corrupción vaticana durante los dos últimos pontificados, preguntamos ¿Qué significan los datos aportados por la filtración de documentos reservados que produjo el “Vatileaks”? Si como bien dicen los funcionarios eclesiásticos “la corrupción, tanto pública como privada, es un verdadero "cáncer social", ¿podrá la sociedad calificar a la Conferencia Episcopal Argentina como “parásito estatal” generador de violencia?
El respeto de la ley es destacado en el punto N° 6 donde con su crónica falta de vergüenza  sostienen: “Algunos profesionales suelen utilizar de modo inescrupuloso artilugios legales para burlar o esquivar la justicia: también esto es inmoral”. Pero ¿No son también artilugios legales los que la Santa Sede y las iglesias locales aplican para seguir encubriendo al clero abusador sexual? ¿No son artilugios legales los que presentan cada vez que son demandados en la justicia, esgrimiendo sus ya anacrónicos privilegios? ¿No son artilugios legales los que esgrimieron al apoyar los golpes de estado en Honduras (2009) y Paraguay (2011)? 

La violencia verbal (N° 8), es otra de las mencionadas con dos derivaciones (calumnias y mentiras), que "socavan la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales" (Catecismo de la Iglesia Católica, 2486)”. Sin embargo, ¿no fue el propio Benedicto XVI quien manifestó estar “rodeado de lobos”? ¿No ha sido el propio Francisco quien denunció la masiva presencia de trepas, “garcas”, y arribistas en el Vaticano, que utilizan la calumnia y la mentira para dejar fuera de combate a sus adversarios en la patética “carrera” eclesiástica? ¿No es la iglesia en la Argentina una réplica de aquella corrupción? ¿Cómo se explican los casos de los obispos Bargalló y Maccarone?
Violencia verbal de la que tampoco escapa el laicado católico, acicateado con todo tipo de improperios generados por su tradicional enemigo y dominador (el clero). Desde la “plaga” de los divorciados, endilgando ese mote a todos los católicos que decidieron libremente rehacer sus vidas (2), pasando por el insulto a las nuevas formas de familia que no son “modélicas” (3), y terminando con la “enfermedad” de la homosexualidad sostenida en pleno siglo XXI por no pocos obispos. El término “rebaño” que jocosamente se utiliza en el argot clerical ¿no es un insulto?

Otro párrafo farsante, contenido en el mismo número, es el que dice: “Urge en la Argentina recuperar el compromiso con la verdad, en todas sus dimensiones. Sin ese paso estamos condenados al desencuentro y a una falsa apariencia de diálogo”. Ahora bien, ¿se olvidaron los obispos que todavía la sociedad argentina está esperando que la Iglesia Católica abra sus archivos para conocer la verdad relativa a los antecedentes de la dictadura militar que obran en ellos? ¿Ocultar información sobre desaparecidos y bebés robados, no es otra manifestación de violencia?
La cursi y empalagosa fraseología episcopal contenida en el N° 10 - no menos vacía de contenido -, que destaca al dios católico como "fuente de toda razón y justicia", se cae a pedazos luego de los breves antecedentes criminales mencionados.

3. Último premio a la violencia de la institución religiosa
El “Oscar” 2014 a la violencia religiosa le fue otorgado a la Santa Sede por el Comité de la ONU encargado de monitorear el cumplimiento de la Declaración de los Derechos del Niño por parte aquella persona jurídica internacional.

La lista de recomendaciones que el organismo le manifestó a la Santa Sede, para reducir los correlativos hechos violentos perpetrados y fomentados por la institución religiosa, incluye: hacer un estudio exhaustivo de su marco normativo, en particular, el Derecho Canónico, con el fin de garantizar el pleno cumplimiento de la Convención (N° 14); redoblar esfuerzos para hacer que todas las disposiciones de la Convención sean ampliamente conocidas  por los niños y sus familias (N° 22); para que elimine de inmediato la clasificación discriminatoria de los hijos nacidos fuera de matrimonio como hijos ilegítimos (N° 26); para que condene todas las formas de acoso, discriminación o violencia contra los niños sobre la base de su orientación sexual o la orientación sexual de sus padres y para apoyar los esfuerzos a nivel internacional para la despenalización de la homosexualidad (N° 26).
El Comité instó encarecidamente a la Santa Sede a cooperar con los estudios para determinar las causas de la práctica del abandono anónimo de los bebés y fortalecer y promover alternativas de forma expedita, teniendo plenamente en cuenta el derecho del niño a conocer a sus padres biológicos (N° 36); a retirar inmediatamente a todos los abusadores sexuales de niños conocidos y sospechosos, y remitir el asunto a las autoridades policiales y judiciales pertinentes con fines de investigación y procesamiento penal (N° 44 b); instó a la Santa Sede a investigar debidamente todas las denuncias de los niños, niñas y adolescentes que son separados de sus familias por medio de la manipulación psicológica y asegurar que los responsables de la manipulación de los adolescentes rindan cuentas y cesen sus actividades (N° 51); preocupación por la situación de los niños nacidos de los sacerdotes católicos, quienes, en muchos casos, desconocen la identidad de sus padres. Al Comité también le preocupa que las madres solo puedan obtener un plan de indemnización regular por parte de la Iglesia solo si firman un acuerdo de confidencialidad y se comprometen a no revelar información (N° 33).

Y la lista de recomendaciones continúa, sacando a la luz el catálogo de violencias de diversos colores originadas en la institución religiosa. Las que mencionamos, son sólo a modo indicativo.
4. ¿Tendrá razón David Yallop?

Siete años atrás, cuando vino a la Argentina a presentar su último libro, el autor británico sostuvo: “Entrar en el Vaticano es como lavarse en un mar de hijoputez” (4).
Jugar a la “madre buena” es un papel que le habrá servido en otras épocas para mantener su poder de manipulación de las conciencias y de las sociedades. Levantar la bandera de la ética, arrogarse el rol de “rectora moral” de la sociedad, manteniendo niveles siderales de violencia institucional, no hace otra cosa que hacer extensiva la frase del mencionado autor a la sucursal que el catolicismo romano tiene en nuestro país.

Sus criminales antecedentes, los hechos de violencia que diariamente suceden en la corporación religiosa, el sistema jurídico canónico violatorio de derechos humanos, el trato ultrajante que sufren numerosos colectivos identitarios sean de género, sociales o de otras confesiones religiosas, el mantenimiento de una doctrina que no se cansa de discriminar a aquellos que no concuerdan con ella, con el pensamiento único, y el entrometimiento de los obispos en políticas públicas laicas, son algunos ejemplos que convierten al  documento en una cáscara vacía.
“Felices los que trabajan por la paz”, nuevo documento emitido por la Conferencia Episcopal Argentina, refleja no sólo un nuevo acto de violencia religiosa/clerical, que se suma a la que ya padece en sus diversos matices la sociedad argentina. Es también producto de la amnesia episcopal, hija de su propia senilidad.

Notas
(1) ESQUIVEL, Juan Cruz, Iglesia Católica, política y sociedad: un estudio de las relaciones entre la elite eclesiástica argentina, el Estado y la sociedad en perspectiva histórica, en www.biblioteca.clacso.edu.ar/subida/uploads/FTP-test/clacso/.../esquivel.pdf

(2) Exhortación Apostólica Postsinodal “Sacramentum Caritatis”, Nº 29, www.vatican.va/.../hf_ben-xvi_exh_20070222_sacramentum-caritatis_s...
(3) Conferencia Episcopal Argentina, Educación para el amor, Buenos Aires, Oficina del Libro, 2007, página 53.

(4) “Entrar en el Vaticano es como lavarse en un mar de hijoputez”, en www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-95930-2007-12-09.html‎